Como en la asignatura de Ciudadanía estamos dando un tema llamado
Conocer a los demás, por ello el Profe nos ha mandado una especie de juego que se llama
El Cuarto Mundo. El juego trata de que aunque tengamos un hogar, trabajo, vayamos vestidos y aseados, no somos mejores que las personas que viven en la calle, sin comida y sin familia. No sabemos que motivos han llevado a esas personas a vivir de esa forma.
En los siguientes contenidos del juego vamos a ver distintas formas de vida:
1º Nuevas formas de trabajo:
-Leo tiene 59 años. Perdió su trabajo en una fábrica y empezó a beber, se separó de su mujer y acabó en la calle mendigando. Su vida ha cambiado. Gracias a una asociación ha contactado con sus hijos, pero prefiere no verlos porque siente que los engañó.
-Olga tiene 36 años. Nació en Bulgaria y es profesora de Lengua. Vino a España con la intención de conseguir dinero para ayudar a su madre y a su hijo. Pero ahora trabaja vendiendo paraguas, bufandas, guantes, pañuelos y calcetines en la calle.
-Darío tiene 28 años y se inició en el consumo de drogas por curiosidad y acabó enganchado. También empezó a robar. Pero entonces un educador que lo vio en ese estado lo ayudó, y el chico empezó a ayudar a las demás personas.
2º Mi vecino es invisible:
Un mendigo que va pidiendo, un vendedor de la calle y un repartidor de publicidad tienen una situación de exclusión social.
Las personas sin hogar plantean un dilema a quienes gozan de bienestar. Por una parte, producen cierto rechazo. Por otra, provocan malestar, ya que esas personas tienen las mismas necesidades y los mismos derechos que las demás.
3º ¿Un barrio diferente?:
Sale una ciudad y nos hacen preguntas sobre ello y sobre como podemos mejorarlos.
4º Emigrar = Desaparecer:
·Me llamo Kazimir Chiesco. Soy rumano. Tengo 46 años. Vine a España hace diez años con mi mujer y mis dos hijos. Soy albañil. Suelo trabajar con tres albañiles, un electricista y un fontanero, también son rumanos como yo. Mi familia y yo vivimos en una casa alquilada.
·Me llamo Tamia Mamani. Soy ecuatoriana y tengo 25 años. Me vine a Madrid en avión, con dos amigas y tres amigos del mismo pueblo que yo. Decidimos quedarnos. Como no tenemos papeles, parece difícil encontrar trabajo.De momento, nosotras trabajamos vendiendo ropa y ellos forman un pequeño grupo de música y tocan en parques y plazas.
·Me llamo Hamal Hriz. Tengo 17 años. Soy marroquí. Desde los 12 años empecé a trabajar en el campo. A los 16 años conseguí venir a España en una patera pagando 1.000 euros. Llegué a Almería (Andalucía) y entré en un centro de acogida para menores.
·Me llamo Nadira Kali. Tengo 22 años. Soy de la India. Vivo en Barcelona desde hace 7 años. Primero llegaron mi padre y uno de sus hermanos. Luego fuimos viniendo el resto de la familia. Trabajo en una peluquería.
·Me llamo Eliseu Silva. Tengo 26 años y llevo tres años en Valencia. Me ficharon en un equipo de fútbol. Gracias a lo que gano mi familia puede vivir mejor en Brasil.
-La mayoría de los inmigrantes que vienen a nuestro pais se creen que hay una vida mejor de la que luego se encuentran el país y después . En algunos casos, arriesgan todo lo que tienen incluso su vida. Otras veces consiguen su sueño: una vida mejor para ellos y para sus familias.
5º Sin casa:
·Miroslaw es polaco. Tiene 62 años. Hace siete años que vino a España porque la situación de su familia en Polonia era desesperada. Le habían dicho que aquí era sencillo encontrar trabajo y acabó viviendo en la calle.
·Walimata es de Senegal. Tiene 31 años. Vino a España en una patera y contrajo una deuda importante que nunca pudo pagar. Pensaba encontrar trabajo rápidamente.Ahora vive en la calle, rebusca en las basuras y pide limosna.
·Jaime tiene 39 años. Se divorció de su mujer. Ella se quedó en la casa con sus dos hijos, de 2 y 4 años. Jaime empezó a pasar una pensión mensual además de la hipoteca de la vivienda, con lo cual prácticamente no le quedaba dinero suficiente para vivir.
·Jimena es una mujer de 54 años. Su marido murió de cáncer. Se quedó a cargo de sus tres hijos y sin ingresos suficientes para mantenerlos. Decidió llevarlos a un centro de acogida, con la idea de recuperar su custodia cuando tuviera con qué mantenerlos. Hoy vive en la calle.
·Mateo y Virginia tienen 28 y 26 años. Son toxicómanos. Se conocieron en la calle porque dormían por la misma zona. Los dos vendían droga y la consumían. Ella está embarazada y muy agobiada.
Y esto nos enseña que si vivimos en un piso de lujo no tenemos porqué presumir de ello, ya que hay personas que no tienen hogar y viven en la calle, aunque llueva, nieve o haga mucho frío o calor. Y y que los mendigos y emigrantes son personas como nosotros.